La celiaquía es sin duda una enfermedad difícil de diagnosticar, ya que su presencia puede representarse de diferente manera y con síntomas muy variables de una persona a otra, e incluso muchas personas son celiacas sin saberlo. Diversos estudios y análisis concluyen que entre el 1% y el 2% de la población es celiaca, aunque sólo un relativamente bajo porcentaje de ellos están diagnosticados (entre el 20% y el 30%).
Durante la infancia al igual que en edad madura, los síntomas pueden ser variados, como por ejemplo diarrea, estreñimiento, flatulencia excesiva, cólicos intestinales, cansancio, pérdida de peso, anemia y crecimiento poco desarrollado. Sin embargo, estas molestias también podrían estar asociadas a otras enfermedades, por lo que es necesario realizar un proceso de diagnóstico para confirmar la intolerancia, alergia o sensibilidad al gluten.
Las primeras sospechas
En los primeros años de la infancia, si después de comer el/la niño/a está irritable, su mal humor aumenta y su barriga se abulta, muchas veces está decaído/a, y su defecación no es normal, es momento de identificar qué fue lo que comió y sobre todo si coincide con alimentos que contienen gluten. Quitar por completo de su dieta estos productos y ver como evoluciona es una posibilidad, pues hoy en día el único tratamiento es la total y estricta ausencia de dichos alimentos.
Visita al médico
El diagnóstico de la celiaquía se sustenta en los síntomas y en una serie de pruebas analíticas y médicas que contribuyen a la confirmación o descarte de la enfermedad. Se tratan en conjunto, ya que considerarlas aisladamente puede llevar a un mal diagnóstico. Aunque existen protocolos al respecto, dependerá de cada médico el procedimiento a seguir.
Uno de estos análisis es la serología, donde a la/el niña/o, sin haber dejado de ingerir productos con gluten, se le realiza un análisis de sangre que mide la reacción del sistema inmunológico frente al gluten. Un nivel alto de determinados tipos de anticuerpos puede indicar que el sistema inmunológico responde al gluten como una amenaza para el cuerpo.
El análisis genético es otro método diagnóstico dentro de los existentes para este propósito, pues en el genoma se puede identificar la predisposición a padecer esta enfermedad.
Y por último está la biopsia intestinal, que ayuda a confirmar el diagnóstico, estando considerada una de las pruebas más fiables, aunque también es la más invasiva. Mediante este procedimiento, se toma una parte muy pequeña de tejido del intestino delgado, donde se comprueba si existe determinados tipos de lesiones en las vellosidades de la mucosa intestinal, así como su nivel de desarrollo.
La ESPGHAN (European Society of Pediatric Gastroenterology, Hepatology And Nutrition), recomienda 3 biopsias intestinales para el diagnóstico definitivo de la enfermedad celíaca.
En la primera, la/el niña/o acude por primera vez como última prueba para acabar de confirmar el diagnóstico inicial de celiaquía.
La segunda se lleva a cabo aproximadamente a los dos años del diagnóstico inicial, donde tras este período comiendo sin gluten y sin sintomatología clínica, se comprobará en la nueva muestra de tejido si éste se ha normalizado. De ser así, se reintroduce el gluten en la dieta durante un período de tiempo. Este procedimiento no se realiza en menores de 6 años, ya que puede afectar el esmalte de sus dientes fijos, ni en la pubertad, ya que puede interferir en el crecimiento propio de la etapa.
Y la tercera biopsia, una vez pasados 6 meses de la reinserción del gluten en la dieta, o antes si es evidente que la sintomatología vuelve a estar presente, se realiza para confirmar que hay afectación en las vellosidades de la mucosa intestinal, atribuyendo en este escenario al gluten la causa de su origen, y quedando así confirmado el diagnóstico de manera definitiva.
Por el momento, la dieta es la única forma de tratar la enfermedad, por lo que inculcar de una manera natural hábitos de alimentación sin gluten será clave para que los pequeños de la casa no lo identifiquen como platos aburridos o demasiado especiales. Es importante que empiecen a entender lo antes posible y de manera progresiva, según su grado de madurez, cómo gestionar adecuadamente esta enfermedad mediante la alimentación y cómo actuar en situaciones sociales (colegio, casa de amigos, restaurantes, etc.). Por por suerte cada vez existe mayor concienciación de las necesidades específicas de este colectivo, aunque todavía queda mucho camino por recorrer antes de que la vida de un celíaco esté 100% normalizada en nuestra sociedad.