La celiaquía no es una enfermedad que se pueda medir por grados, se es celíaco o no, pero no existe una baremación posible. Lo que sí existe son los tipos de celiaquía, existen muchas maneras de llegar a ser celíaco y a tener que seguir la dieta sin gluten.
Se estima que más del 75% de los pacientes celíacos están sin diagnosticar debido mayoritariamente a que la enfermedad celíaca se ha relacionado durante mucho tiempo únicamente con su forma clásica de presentación clínica. Sin embargo, el conocimiento cada vez más avanzado sobre la enfermedad permite cada vez más diagnósticos y se han ido descubriendo más maneras clínicas de diagnosticarla. Por ello, la enfermedad celíaca ha sido ilustrativamente definida como un trastorno camaleónico, ya que que puede presentarse de maneras muy diferentes en cada paciente. Los tipos de celiaquía que existen se definen en función de los síntomas presentados.
Celiaquía sintomática o clásica
Es la más frecuentemente diagnosticada, porque los síntomas son muy claros, y generalmente se detecta rápido, pues la persona frecuentemente muestra una serología positiva (es la prueba más común, rápida y barata, pero no siempre da positivo) y atrofia de las vellosidades. Se caracteriza por síntomas digestivos tales como mala absorción de nutrientes, vómitos, diarrea, cansancio, anemia…
Puede darse en todas las edades, pero lo típico es que se diagnostique en la infancia por retrasos en el crecimiento de los niños, alopecia, o enfermedades como dermatitis atópica o bronquitis de repetición.
Celiaquía refractaria o atípica
Es el tipo más peligroso, especialmente si es Tipo II, pues las probabilidades de desarrollar un linfoma intestinal se ven acrecentadas. Suele ser más habitual en diagnósticos tardíos (mayores de años), personas que han tardado muchos años en saber que son celíacos, y por tanto llevan muchos años comiendo con gluten. Según algunas estimaciones afecta entre a un 5% y un 30% de los celíacos, y se caracteriza porque no se produce mejoría de los síntomas clínicos a pesar de que la persona realiza la dieta libre de gluten.
Celiaquía subclínica o asintomática (silenciosa)
Los pacientes no presentan síntomas ni signos de padecer celiaquía, aunque sufren de atrofia de las vellosidades intestinales. Estos casos suelen detectarse por las pruebas clásicas de marcadores indicada por una sospecha clínica o bien por pertenecer a alguno de los grupos en riesgo (familiares de primer grado, por ejemplo): la persona da positivo en el diagnóstico pero no manifiesta ninguna sintomatología. Es un tipo peligroso ya que el paciente estará tentado de no seguir la dieta sin gluten, sin embargo es una decisión muy peligrosa porque a largo plazo se pueden desarrollar enfermedades muy graves como cánceres intestinales o infertilidad en mujeres. Para saber más sobre las consecuencias a largo plazo de no seguir una dieta sin gluten puedes leer este artículo.
Celiaquía latente
Es el tipo de celiaquía más difícil en su diagnóstico. Los pacientes que consumen gluten no tienen síntomas durante la infancia, aunque estén predispuestos genéticamente. Sin embargo, la enfermedad se mantiene oculta o desaparece hasta que en algún momento de su vida empiezan a presentar características de la enfermedad y desarrollar la celiaquía. Puede que desarrollen la celiaquía debido a situaciones traumáticas, un viaje a un país exótico, o a grandes cambios hormonales.
Celiaquía potencial
Se trata de pacientes con predisposición genética para desarrollar la enfermedad pero que de momento no han experimentado daños en su mucosa intestinal. Tienen serología positiva o negativa, y pueden padecer o no síntomas o incluso puede que nunca lleguen a desarrollar celiaquía, pero dadas sus características inmunológicas y genéticas tienen riesgo de llegar a padecerla.
Recordamos que a pesar de que hay diferentes tipos, en la práctica el tratamiento es indiferente, ya que todos los celíacos tienen que llevar una dieta libre de gluten para toda la vida.
