Las señales: Tercera clave de nuestra serie de post sobre el desarrollo muscular.
Las hormonas anabólicas como la testosterona, la insulina, la IGF, etc, son, principalmente, las encargadas de estimular el crecimiento.
Cada persona posee diferentes señales anabólicas; así, un portento genético posee un perfil hormonal predispuesto a generar masa muscular.
Incluso si ningún tipo de actividad o entrenamiento, las señales anabólicas pueden generar un gran crecimiento. Esta es la causa de que un hombre medio gane unos 20kg, aproximadamente, durante la pubertad.
En estudios realizados con esteroides donde un grupo de personas tomaron 600mg de testosterona, permaneciendo sin llevar a cabo ningún tipo de trabajo muscular durante 8 semanas, ganaron el doble de músculo (4.5kg aprox.) que otro grupo que entrenó de forma natural durante el mismo periodo de tiempo (2.2Kg aprox.).
Merece hacer mención especial a la sinergia que existe entre la alimentación y el crecimiento, puesto que el primero va de la mano de las hormonas anabólicas.
Una buena alimentación, junto con un correcto manejo de los niveles de estrés, implica una optimización significativa del estatus hormonal, maximizando la señal de crecimiento.
Llegados a este punto, podríamos concluir que, a la hora del crecimiento muscular, es el exceso lo que nos ayuda: Exceso de nutrientes + Exceso de señales anabólicas. Combinado, claro está con una hipertrofia localizada, la cual genera una reparación en el propio músculo que es lo que genera tamaño.
Esta regeneración muscular, como podemos imaginar, está condicionada por los dos primeros excesos. Ante una deficiente nutrición, nuestro organismo no dispondrá de los nutrientes necesarios para reparar y generar nuevo músculo.